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Gastronomía Mexicana
La gastronomia mexicana es quizá una de las más ricas del mundo; caracterizada por sabores fuertes, condimentos y por supuesto mucho picante, fue incluso candidatizada para su patrimonio cultural de la humanidad. La comida mexicana es un reflejo de una cultura milenaria que ha subsistido hasta hoy. La historia de la cocina mexicana tiene dos elementos principales, el indígena y el español. Los pueblos indígenas que habitaron el territorio de lo que hoy se conoce como México se alimentaban básicamente de vegetales, frijoles, maíz y chiles, sin olvidar ingredientes como el cacao, aguacate, el nopal y la vainilla. México se puede conocer a través de sus platillos. Así pues, usted puede encontrar la historia de éstos, tal como de los ingredientes que caracterizan a la cocina mexicana; recetas típicas y aportaciones de México para el mundo en este arte. La comida mexicana fue producto de un mestizaje entre los usos y alimentos indígenas. Al consumarse la Independencia, en 1821, llegaron extranjeros de Europa y Estados Unidos, muchos de los cuales se establecieron en México e introdujeron algunas de sus costumbres alimenticias.
Del
platillo nacional por excelencia
Los chiles en nogada es uno de los platillos nacionales por excelencia. La aparición de los famosos chiles en nogada coincide con la etapa de la Independencia Nacional y la reafirmación de la soberanía. En 1821, año de la consumación de la Independencia, el espíritu patriótico de los mexicanos y los hechos históricos fueron definitivos para el país. Ese año recibió el apelativo de "trigarante", ya que fue durante el mes de septiembre que se vistió por primera vez de colores la bandera, que en ese mismo periodo había sido creada. El personaje central de estos sucesos fue Agustín de Iturbide, autor del Plan de Iguala y creador del Tratado de Córdoba. A su regreso de la Villa de Córdoba, donde firmó el famoso tratado, decidió visitar Puebla en razón de que sus habitantes le eran fieles por haber logrado la capitulación de Puebla de los Ángeles. Por ello, decidió festejar su santo en esa ciudad, donde fue recibido por sus partidarios con un banquete el 28 de agosto de 1821, día de San Agustín. El lugar lucía con esplendor los tres colores de la naciente bandera nacional: verde (la Independencia), blanco (la religión) y rojo (la unión), así como una selecta variedad de platillos poblanos elaborados por las Madres Contemplativas Agustinas del convento de Santa Mónica. Para ello utilizaron los ingredientes de temporada, pues la cocina es hija del suelo y de la lengua; aprovecharon la nuez de Castilla tierna y la granada de corona y bermellón para que la salsa y los granos ostentaran los colores blanco y rojo de la bandera, el verde se encontraba constituido por hojitas de perejil que adornaban el chile.
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